dijous, 17 de febrer del 2011

Eros y Psique: amor y desamor hasta nuestros días



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Todas las civilizaciones han ideado una serie de divinidades cuyo culto estaba dedicado al amor y a la pasión amorosa en el ámbito de la pareja.

La vida sentimental de las personas es una de las claves para conseguir la felicidad o la condena que conduce a un estado de desdicha y ansiedad permanente. ¿Por qué algunas personas se atraen y otras se repelen?

La explicación mítica
El corpus de creencias y de cultos de las civilizaciones griegas y romanas daba su propia explicación a estas cuestiones de alcance universal y por ello, griegos y romanos hacían recaer la culpa o el mérito de los altibajos amorosos a un dios en concreto: al dios griego Eros, Cupido para los romanos.

A Eros se le representa como un muchachito alado, vestido con una toguita y armado con arco y flechas. Es el dios del acercamiento y el culpable de la atracción entre personas, las relaciones de los cuales, aseguran la continuidad de la vida.
Con poco acierto y ningún tino, los olímpicos encargaron la tarea de procurar el amor entre los humanos, al dios más joven y travieso del Olimpo. Le proporcionaron un arco y unas flechas, algunas de las cuales estaban rematadas con una punta de plomo y otras con una punta de oro. Armado así, dejaron a su criterio el disparar una flecha con cabeza de plomo o de oro, según la ocasión. Las flechas de oro infligen punzadas de amor y las de plomo provocan repulsión entre hombres y mujeres.
Eros y Afrodita: la terrible combinación
La experiencia adquirida tendría que haber proporcionado a Eros la sabiduría necesaria para elegir la flecha adecuada en cada ocasión, pero esto no es así. Además, Eros se convirtió en el confidente de Venus Afrodita, la cual, se divierte entrometiéndose en asuntos amorosos y goza persiguiendo y acosando a hombres y a dioses. Incluso permite que Eros se siente a la vera de su cama mientras ella goza retozando con alguno de sus amantes.
Este ejemplo excitante empujó a Eros a convertirse en un eterno gamberro adolescente, campando a sus anchas por el Olimpo mientras disparaba las flechas de oro maliciosamente y no después de una atenta reflexión. A menudo clavaba flechas de oro en el corazón de hombres y mujeres incompatibles y flechas de plomo a parejas que podrían haber sido felices juntas. Aún a día de hoy, este dios irreflexivo y alocado, dispara una flecha de oro al corazón de un amante y una de plomo al corazón de la persona deseada, con lo cual, provoca el sufrimiento y la ansiedad del amor no correspondido.
Probablemente Eros ha causado más trastornos que ningún otro dios. Su risa maliciosa se escucha demasiado a menudo sobre las camas de los amantes.
Malévolas confidencias
Se explica que un día, Afrodita le preguntó a Eros si la veía envejecida. Eros le respondió que no existía en el mundo una mujer más bella que ella, pero a Afrodita no le satisfizo la respuesta así que le replicó que Psique, una mortal, afirmaba ser más bella que la diosa y por esa insolencia, Afrodita consideraba que merecía una lección.
Encargó a Eros que fuese en busca de Psique y le disparase una flecha capaz de partirle el corazón. Eros se negó, argumentó razones e intentó convencer a la ofendida diosa, pero Afrodita no cedió y finalmente, Eros le prometió el cumplimiento de la misión encomendada.
Eros y Psique
Eros partió para matar a Psique pero al verla, se enamoró de ella perdidamente. Eros sabía que le convenía ser prudente y que Afrodita no debía saber nada de su amor así que, por si acaso, Psique tampoco debía reconocerle ni identificarle.
Se llevó a Psique a una habitación oscura y le dijo que los dos disfrutarían de un amor infinito con la condición de que Psique no intentase descubrir el rostro de Eros. Así pues, Eros y Psique se amaron durante muchas noches hasta que Psique no pudo resistir la tentación de descubrir a su amante y mientras Eros dormía, se acercó a la cama con una lumbre y vio el rostro del dios dormido. Como es de suponer, en cuanto Psique se acercó a Eros, éste despertó a causa de la luz y al ver a Psique a su lado, mirándole fijamente al rostro, su mirada se oscureció y sin pronunciar palabra, se levantó y en silencio abandonó la habitación.
A lo largo de los meses que siguieron, Psique recorrió el mundo buscando a su amor perdido. Finalmente, desesperada, acudió a Afrodita y le confesó todo. Afrodita respondió que el hombre a quien amaba era su confidente, Eros. Reprimiendo la rabia y sintiéndose traicionada por Eros, Afrodita le dijo a Psique que si hacía exactamente lo que ella le mandaría, encontraría nuevamente a Eros. Psique accedió a acatar las órdenes y seguir las instrucciones de la diosa, ignorando que Afrodita había ideado para ella una tarea que, estaba segura, Psique no podría culminar con éxito.
La vengativa diosa ordenó a Psique que bajara a los infiernos a buscar un cofre de amor. Psique no sabía cómo llegar hasta los infiernos, de manera que vagó sola y desconsolada, inmensamente cansada y triste. Su suerte se vio, sin embargo, favorecida al encontrar en su camino a Orfeo, quien le indicó la entrada al pasadizo que conduce al Hades. Una vez en su interior, Psique fue conducida ante la reina de los Infiernos quien, tras escuchar la historia de Psique y apiadándose de ella, le dijo que Afrodita tendría su cofre. Se lo libró al tiempo que le imponía a Psique una condición: el contenido del cofre sólo podía verlo Afrodita, así que no debía abrirlo. Con esta recomendación le entregó el cofre a Psique.
Pero Psique no pudo resistir la tentación de ver el contenido del cofre y con mucho cuidado levantó la tapa. En su interior no halló belleza sino un profundo sueño eterno. Se echó sobre la hierba y se durmió para siempre.

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